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Otro mundo (fragmento)

por J. - H. Rosny Aîné, traducción de Mariana González Délano

Traducción del francés por Mariana González Délano
Texto original de J. – H. Rosny Aîné
Edición por Alfonso Conde
Imagen: «Luxe, Calme et Volupté» de Henri Matisse

Si a eso se hubiese limitado la diferencia entre mi visión y la visión habitual, ciertamente ya habría sido bastante extraordinario. Es poco, sin embargo, en comparación con lo que me queda por contarles. El mundo, de otro color, con otra transparencia y opacidad —la facultad de ver a través de las nubes, de vislumbrar las estrellas en las noches más oscuras, de distinguir a través de una mampara de madera lo que ocurre en la habitación de al lado o fuera de una casa—, ¿qué es todo aquello comparado con la percepción de un MUNDO VIVO, un mundo de seres animados moviéndose al lado y alrededor del hombre, sin que el hombre sea consciente de ello, sin que se lo advierta ningún tipo de contacto inmediato? ¿Qué es todo aquello, en comparación con la revelación de que existe en esta tierra una fauna diferente a nuestra fauna, una fauna sin semejanza ni en forma, ni en organización, ni en hábitos, ni en modo de crecimiento, nacimiento o muerte, a la nuestra? Una fauna que vive junto a la nuestra y a través de la nuestra, que influye en los elementos que nos rodean y es influenciada, revitalizada por estos elementos, sin que sospechemos su presencia. Una fauna que —como he demostrado— nos ignora como nosotros la ignoramos; y nosotros, sin que ella lo sepa, evolucionamos como ella evoluciona sin que lo sepamos. ¡Un mundo vivo, tan variado como el nuestro, tan poderoso como el nuestro —y tal vez más— en sus efectos sobre la faz del planeta! Un reino, al fin y al cabo, moviéndose sobre las aguas, en la atmósfera, sobre el suelo, modificando esas aguas, esa atmósfera y ese suelo, de manera completamente distinta a la nuestra, pero con una energía sin duda impresionante, y actuando así indirectamente sobre nosotros y nuestro destino, ¡tal como nosotros actuamos indirectamente sobre él y su destino!… Y esto, sin embargo, es lo que he visto, lo que veo, solo entre los hombres y las bestias, esto es lo que estudio arduamente desde hace cinco años, después de pasar mi infancia y adolescencia tan solo observándolo.

Si là s’était bornée la différence entre ma vision et la vision habituelle, ç’aurait déjà paru, certes, assez extraordinaire. C’est peu, toutefois, en comparaison de ce qui me reste à vous dire. Le monde autrement coloré, autrement transparent et opaque —la faculté de voir à travers les nuages, d’apercevoir les étoiles par les nuits les plus couvertes, de discerner à travers une cloison de bois ce qui se passe dans une chambre voisine ou à l’extérieur d’une habitation—, qu’est tout cela, auprès de la perception d’un MONDE VIVANT, d’un monde d’Êtres animés se mouvant à côté et autour de l’homme, sans que l’homme en ait conscience, sans qu’il en soit averti par aucune espèce de contact immédiat? Qu’est tout cela, auprès de la révélation qu’il existe sur cette terre une autre faune que notre faune, et une faune sans ressemblance ni de forme, ni d’organisation, ni de mœurs, ni de mode de croissance, de naissance et de mort, avec la nôtre? Une faune qui vit à côté de la nôtre et à travers la nôtre, influence les éléments qui nous entourent et est influencée, vivifiée par ces éléments, sans que nous soupçonnions sa présence. Une faune qui —je l’ai démontré— nous ignore comme nous l’ignorons, et à l’insu de laquelle nous évoluons comme elle évolue à l’insu de nous. Un monde vivant, aussi varié que le nôtre, aussi puissant que le nôtre —et peut-être davantage— en ses effets sur la face de la planète! Un règne, enfin, se mouvant sur les eaux, dans l’atmosphère, sur le sol, modifiant ces eaux, cette atmosphère et ce sol, tout autrement que nous, mais avec une énergie assurément formidable, et par là agissant indirectement sur nous et nos destinées, comme nous agissons indirectement sur lui et ses destinées!… Voilà pourtant ce que j’ai vu, ce que je vois, seul parmi les hommes et les bêtes, voilà ce que j’étudie ardemment depuis cinq ans, après avoir passé mon enfance et mon adolescence à le constater seulement.

(Titre original: Un autre monde)

Si là s’était bornée la différence entre ma vision et la vision habituelle, ç’aurait déjà paru, certes, assez extraordinaire. C’est peu, toutefois, en comparaison de ce qui me reste à vous dire. Le monde autrement coloré, autrement transparent et opaque —la faculté de voir à travers les nuages, d’apercevoir les étoiles par les nuits les plus couvertes, de discerner à travers une cloison de bois ce qui se passe dans une chambre voisine ou à l’extérieur d’une habitation—, qu’est tout cela, auprès de la perception d’un MONDE VIVANT, d’un monde d’Êtres animés se mouvant à côté et autour de l’homme, sans que l’homme en ait conscience, sans qu’il en soit averti par aucune espèce de contact immédiat? Qu’est tout cela, auprès de la révélation qu’il existe sur cette terre une autre faune que notre faune, et une faune sans ressemblance ni de forme, ni d’organisation, ni de mœurs, ni de mode de croissance, de naissance et de mort, avec la nôtre? Une faune qui vit à côté de la nôtre et à travers la nôtre, influence les éléments qui nous entourent et est influencée, vivifiée par ces éléments, sans que nous soupçonnions sa présence. Une faune qui —je l’ai démontré— nous ignore comme nous l’ignorons, et à l’insu de laquelle nous évoluons comme elle évolue à l’insu de nous. Un monde vivant, aussi varié que le nôtre, aussi puissant que le nôtre —et peut-être davantage— en ses effets sur la face de la planète! Un règne, enfin, se mouvant sur les eaux, dans l’atmosphère, sur le sol, modifiant ces eaux, cette atmosphère et ce sol, tout autrement que nous, mais avec une énergie assurément formidable, et par là agissant indirectement sur nous et nos destinées, comme nous agissons indirectement sur lui et ses destinées!… Voilà pourtant ce que j’ai vu, ce que je vois, seul parmi les hommes et les bêtes, voilà ce que j’étudie ardemment depuis cinq ans, après avoir passé mon enfance et mon adolescence à le constater seulement.

Si a eso se hubiese limitado la diferencia entre mi visión y la visión habitual, ciertamente ya habría sido bastante extraordinario. Es poco, sin embargo, en comparación con lo que me queda por contarles. El mundo, de otro color, con otra transparencia y opacidad —la facultad de ver a través de las nubes, de vislumbrar las estrellas en las noches más oscuras, de distinguir a través de una mampara de madera lo que ocurre en la habitación de al lado o fuera de una casa—, ¿qué es todo aquello comparado con la percepción de un MUNDO VIVO, un mundo de seres animados moviéndose al lado y alrededor del hombre, sin que el hombre sea consciente de ello, sin que se lo advierta ningún tipo de contacto inmediato? ¿Qué es todo aquello, en comparación con la revelación de que existe en esta tierra una fauna diferente a nuestra fauna, una fauna sin semejanza ni en forma, ni en organización, ni en hábitos, ni en modo de crecimiento, nacimiento o muerte, a la nuestra? Una fauna que vive junto a la nuestra y a través de la nuestra, que influye en los elementos que nos rodean y es influenciada, revitalizada por estos elementos, sin que sospechemos su presencia. Una fauna que —como he demostrado— nos ignora como nosotros la ignoramos; y nosotros, sin que ella lo sepa, evolucionamos como ella evoluciona sin que lo sepamos. ¡Un mundo vivo, tan variado como el nuestro, tan poderoso como el nuestro —y tal vez más— en sus efectos sobre la faz del planeta! Un reino, al fin y al cabo, moviéndose sobre las aguas, en la atmósfera, sobre el suelo, modificando esas aguas, esa atmósfera y ese suelo, de manera completamente distinta a la nuestra, pero con una energía sin duda impresionante, y actuando así indirectamente sobre nosotros y nuestro destino, ¡tal como nosotros actuamos indirectamente sobre él y su destino!… Y esto, sin embargo, es lo que he visto, lo que veo, solo entre los hombres y las bestias, esto es lo que estudio arduamente desde hace cinco años, después de pasar mi infancia y adolescencia tan solo observándolo.

Mariana González Délano nació en 1993 en Ciudad de México y reside en Chile desde el año 2011. Estudió la carrera de Lengua y Literatura Hispánica en la Universidad de Chile, donde luego realizó un Diplomado en Periodismo Cultural, Crítica y Edición. Recientemente, egresó del Magíster en Edición en la Universidad Diego Portales.

Se ha desempeñado principalmente como correctora de estilo y desarrolladora de contenido. Su inclinación hacia la traducción literaria se ha visto impulsada por su conexión con el francés desde temprana edad y por su profundo interés en la literatura.