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La nostalgia de Antonia Pozzi (selección)

por Antonia Pozzi, traducción de Sebastian Fuentes Medina

Traducción del italiano por Sebastian Fuentes Medina
Texto original de Antonia Pozzi
Edición por Daniela Arias
Imagen: «Sera a Lodano» de Filippo Franzoni

Encuentro

En el aire de la habitación
no te
veo
pero ya el recuerdo de tu mirada,
cómo me nacerá
en el vacío,
y tus ojos
cómo se detuvieron
ahora – en instantes lejanos–
en mi rostro.

Frustración

Recuerdo una tarde de septiembre,
en Montello. Yo, todavía una niña,
con un menchocito delgado y una picazón
de locura que sube por mis rodillas.
Mi padre, acurrucado en un ándito
excavado en una loma,
me señalaba a través de una grieta
el rio Piave y las colinas; me hablaba
de la guerra, de sí mismo, de sus soldados.
En la sombra, la hierba helada y afilada
rozaba mis pantorrillas: bajo la tierra
las raíces tal vez chupaban aún
algunas gotas de sangre. Pero yo ardía
por el deseo de salir disparada
al sol entrometido, a recoger
un puñado de moras de un seto.

Amor de distancia

Recuerdo que, cuando estaba en la casa
de mamá, en medio del llano,
tenía una ventana que miraba
hacia los prados; al fondo, el dique arbolado
escondía el Ticino y aún más al fondo,
había una hilera oscura de colinas.
No había visto entonces el mar
sino una vez, pero conservo
una amarga nostalgia de enamorada
Hacia el atardecer me quedaba mirando el horizonte;
entornaba un poco los ojos; acariciaba
los contornos y los colores entre las pestañas;
y la hilera de las colinas se aplanaba,
trémula, azul: se me parecía al mar
y me gustaba más que el verdadero.

Convegno

Nell’aria della stanza
non te
guardo
ma già il ricordo del tuo viso
come mi nascerà
nel vuoto
ed i tuoi occhi
come si fermarono
ora – in lontani istanti –
sul mio volto.

Sventatezza

Ricordo un pomeriggio di settembre,
sul Montello. Io, ancora una bambina,
col trecciolino smilzo ed un prurito
di pazze corse su per le ginocchia.
Mio padre, rannicchiato dentro un andito
scavato in un rialzo del terreno,
mi additava attraverso una fessura
il Piave e le colline; mi parlava
della guerra, di sé, dei suoi soldati.
Nell’ombra, l’erba gelida e affilata
mi sfiorava i polpacci: sotto terra,
le radici succhiavan forse ancora
qualche goccia di sangue. Ma io ardevo
dal desiderio di scattare fuori,
nell’invadente sole, per raccogliere
un pugnetto di more da una siepe.

Amore di lontananza

Ricordo che, quand’ero nella casa
della mia mamma, in mezzo alla pianura,
avevo una finestra che guardava
sui prati; in fondo, l’argine boscoso
nascondeva il Ticino e, ancor più in fondo,
c’era una striscia scura di colline.
Io allora non avevo visto il mare
che una sol volta, ma ne conservavo
un’aspra nostalgia da innamorata.
Verso sera fissavo l’orizzonte;
socchiudevo un po’ gli occhi; accarezzavo
i contorni e i colori tra le ciglia:
e la striscia dei colli si spianava,
tremula, azzurra: a me pareva il mare
e mi piaceva più del mare vero.

Convegno

Nell’aria della stanza
non te
guardo
ma già il ricordo del tuo viso
come mi nascerà
nel vuoto
ed i tuoi occhi
come si fermarono
ora – in lontani istanti –
sul mio volto.

Sventatezza

Ricordo un pomeriggio di settembre,
sul Montello. Io, ancora una bambina,
col trecciolino smilzo ed un prurito
di pazze corse su per le ginocchia.
Mio padre, rannicchiato dentro un andito
scavato in un rialzo del terreno,
mi additava attraverso una fessura
il Piave e le colline; mi parlava
della guerra, di sé, dei suoi soldati.
Nell’ombra, l’erba gelida e affilata
mi sfiorava i polpacci: sotto terra,
le radici succhiavan forse ancora
qualche goccia di sangue. Ma io ardevo
dal desiderio di scattare fuori,
nell’invadente sole, per raccogliere
un pugnetto di more da una siepe.

Amore di lontananza

Ricordo che, quand’ero nella casa
della mia mamma, in mezzo alla pianura,
avevo una finestra che guardava
sui prati; in fondo, l’argine boscoso
nascondeva il Ticino e, ancor più in fondo,
c’era una striscia scura di colline.
Io allora non avevo visto il mare
che una sol volta, ma ne conservavo
un’aspra nostalgia da innamorata.
Verso sera fissavo l’orizzonte;
socchiudevo un po’ gli occhi; accarezzavo
i contorni e i colori tra le ciglia:
e la striscia dei colli si spianava,
tremula, azzurra: a me pareva il mare
e mi piaceva più del mare vero.

Encuentro

En el aire de la habitación
no te
veo
pero ya el recuerdo de tu mirada,
cómo me nacerá
en el vacío,
y tus ojos
cómo se detuvieron
ahora – en instantes lejanos–
en mi rostro.

Frustración

Recuerdo una tarde de septiembre,
en Montello. Yo, todavía una niña,
con un menchocito delgado y una picazón
de locura que sube por mis rodillas.
Mi padre, acurrucado en un ándito
excavado en una loma,
me señalaba a través de una grieta
el rio Piave y las colinas; me hablaba
de la guerra, de sí mismo, de sus soldados.
En la sombra, la hierba helada y afilada
rozaba mis pantorrillas: bajo la tierra
las raíces tal vez chupaban aún
algunas gotas de sangre. Pero yo ardía
por el deseo de salir disparada
al sol entrometido, a recoger
un puñado de moras de un seto.

Amor de distancia

Recuerdo que, cuando estaba en la casa
de mamá, en medio del llano,
tenía una ventana que miraba
hacia los prados; al fondo, el dique arbolado
escondía el Ticino y aún más al fondo,
había una hilera oscura de colinas.
No había visto entonces el mar
sino una vez, pero conservo
una amarga nostalgia de enamorada
Hacia el atardecer me quedaba mirando el horizonte;
entornaba un poco los ojos; acariciaba
los contornos y los colores entre las pestañas;
y la hilera de las colinas se aplanaba,
trémula, azul: se me parecía al mar
y me gustaba más que el verdadero.

Sebastian Fuentes Medina (Bucaramanga, 2001). Traductor y  licenciado en lenguas extranjeras con énfasis en inglés (UIS). Egresado del diplomado en lenguas clásicas de la Universidad de Chile y candidato a la Maestría en Estudios Clásicos. Su interés investigativo es la traducción literaria y la literatura clásica. Ha participado como ponente en diversos eventos académicos nacionales e internacionales. Además, ha realizado traducciones de diferentes narrativas basándose en la filosofía; la traducción como un acto de Eros propuesta por Anne Carson. Fue miembro del semillero de traducción SETRA y de la editorial Bücherpiraten – Alemania. Su última publicación fue la traducción de cuatro poemas del autor Alberto de Oliveira en la revista TRANSFER de la Universidad de Barcelona.